Novedades

7 de diciembre de 2005Perú 21

TLC: Mirando en la dirección equivocada

A medida que nos acercamos a la etapa final de la negociación del TLC con Estados Unidos las posiciones extremas se hacen más evidentes. Parece que sólo habrían dos opciones: o uno está en contra del TLC (claro, usando el eufemismo «así no» para que no se vea tan mal); o está a favor «sin dudas o murmuraciones». Bueno, a continuación les presento una visión matizada; que no pretende mostrar al TLC ni como el paraíso ni como el infierno.

Estudios realizados por Carmen Ponce y por el autor de esta nota, investigadores de GRADE muestran que junto con los beneficios de largo plazo que cabría esperar de un TLC hay impactos de corto plazo que no se pueden soslayar. Estimamos que las perdidas de bienestar iniciales para el sector rural podrían ser de hasta US$ 100 millones al año si los sectores productivos no reaccionan o si debido al conjunto de problemas que enfrenta el sector (falta de crédito, inadecuada infraestructura, etc.) no les es posible modificar su patrón de cultivos y crianzas hacia actividades más rentables.

Esto no quiere decir que el TLC sea inconveniente. Incluso en el corto plazo, asumiendo que los factores no son reasignados a aquellos sectores que muestran mayores rentabilidades gracias a un TLC, los beneficios del TLC superan a las perdidas potenciales para el país en su conjunto. Además, para el caso del sector rural, distintos estudios muestran que las potencialidades de largo plazo son significativas. El problema por lo tanto es cómo hacer la transición de la mejor manera y asegurar que la mayor parte de sectores del país puedan aprovechar las ventajas potenciales que da un mercado ampliado.

En primer lugar es importante identificar a los sectores más vulnerables para implementar políticas de compensación adecuadas. Los resultados de nuestras investigaciones indican que la mayor parte de las pérdidas de bienestar que ocurrirían en el corto plazo en el sector rural están concentradas en los espacios comerciales de la Sierra y Selva. Así frente al lobby que insiste en proteger a cultivos de la Costa, nuestra preocupación se concentra en insistir en que los sectores más vulnerables no son necesariamente los que más gritan.

¿Cómo compensar? La experiencia de otros países como México muestra que las compensaciones a productos específicos fueron exitosas para permitir la aceptación Política del TLCAN pero no contribuyeron a que el campo mexicano lograra una transformación productiva. De hecho las transferencias, fueron regresivas: se le dio más a quienes más tierra tenían y sólo una pequeña parte terminó en las manos de los pequeños agricultores. Aquí corremos el mismo riesgo. Además el pre-anuncio de tal tipo de compensaciones genera el efecto no deseado de que un mayor número de productores siembren el cultivo que se piensa compensar. Por el contrario las experiencias de programas de apoyo desligados del cultivo cómo los implementados en el propio México (Programa Oportunidades) o en Turquía muestran que es posible llegar a áreas vulnerables sin necesidad de condicionar a los hogares a ser productores de un cultivo o crianza considerado como vulnerable. Programas de este tipo, focalizados en las zonas de mayor vulnerabilidad, podrían asegurar que se compense a los hogares rurales afectados, aumente la liquidez en el sector rural (producto de las transferencias monetarias condicionadas que se podrían implementar) y se logren, al mismo tiempo, otros objetivos de largo plazo como es el de elevar los niveles de educación, elemento crítico para mejorar la competitividad de largo plazo de la agricultura peruana, especialmente en las áreas de menor desarrollo relativo.

Finalmente, esta pelea por el corto plazo no nos debe hacer perder de vista que el gran reto para el sector rural sigue siendo el mismo: cómo proveer a este sector de los bienes y servicios públicos suficientes para que pueda enfrentarse en mejores condiciones a la competencia. Más y mejor educación, más y mejor infraestructura de caminos, telecomunicaciones, electricidad, agua y saneamiento sigue siendo la tarea principal. Algunos dirán «eso se requiere con o sin TLC». Es cierto, pero el Gobierno le debe al sector rural un compromiso bastante más firme y creíble a este respecto si pretende que el TLC no sólo sea una oportunidad para unos cuantos sino una apuesta firma para un desarrollo más equilibrado del país.