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15 de agosto de 2019Niños del Milenio

¿Por qué es difícil entrevistar a jóvenes varones sobre paternidad y por qué es importante seguir intentando?, por Francis Bravo

¿Cómo podemos incluir más voces masculinas en la discusión sobre la paternidad y sus desafíos? Francis Bravo, investigador asistente de GRADE, comparte su experiencia en dos estudios cualitativos con un grupo de jóvenes de la muestra del estudio longitudinal Niños del Milenio. Lee el artículo completo, publicado originalmente en la web de Niños del Milenio y de Young Lives:

¿Por qué es difícil entrevistar a jóvenes varones sobre paternidad y por qué es importante seguir intentando?

Muchos investigadores tienen dudas sobre compartir las dificultades que encuentran durante el trabajo de campo, porque creen que la credibilidad de los equipos de campo o de los resultados de la investigación pueden ser cuestionados. No obstante, desde mi punto de vista, compartir estas dificultades y retos podría ser muy útil para realizar mejores investigaciones y, de esta manera, beneficiar a todas las personas involucradas.

La idea de esta entrada surgió a partir de dos experiencias distintas que he tenido como investigador y coordinador de campo para dos estudios cualitativos realizados entre el 2018 y 2019, con un grupo de jóvenes de la muestra de Niños del Milenio[1]. El primero fue un estudio sobre matrimonio/convivencia, maternidad y paternidad juvenil[2]; y el segundo, un estudio sobre habilidades juveniles y transiciones al mercado laboral.

Mientras que en el primer estudio encontramos algunas dificultades para incluir a jóvenes varones que quisieran conversar sobre sus experiencias en relación a la paternidad y el matrimonio/convivencia (a pesar del esfuerzo y la flexibilidad para la aplicación de las entrevistas), en el segundo estudio, en cambio, no fue tan difícil que los jóvenes aceptaran participar y conversar sobre sus experiencias laborales. Estas distintas experiencias me hicieron reflexionar sobre la importancia de encontrar formas de incluir las voces y puntos de vista de los jóvenes varones, especialmente en investigaciones que tienen un enfoque de género y que abordan temas tradicionalmente considerados “femeninos”, como en el caso del primer estudio.

Desafíos del trabajo de campo

El estudio sobre matrimonio/convivencia, maternidad y paternidad juvenil intentó, desde el inicio, incorporar un enfoque de género para recoger las experiencias tanto de hombres como de mujeres para poder tener una mejor comprensión de estas problemáticas. De esta manera, realizamos un trabajo de campo que incluyó la aplicación de entrevistas a mujeres y hombres jóvenes en tres comunidades, así como discusiones grupales.

Aunque éramos conscientes de que la participación de los hombres era muy importante, encontramos algunas barreras. La primera, una barrera práctica: debido a que los roles tradicionales de género en las comunidades visitadas exigen que los hombres trabajen generalmente fuera del hogar, muchos de ellos no tenían tiempo para ser entrevistados. La segunda, una barrera cultural: existe la creencia de que los temas de matrimonio, convivencia y paternidad interesan solo a las mujeres y por eso los hombres tienen muy poco que decir.

A pesar de esto, creo que una forma de lograr la participación de los jóvenes fue comunicarles claramente los objetivos de la investigación, así como resaltar la importancia de recoger sus voces y puntos de vista en temas tan complejos como este. Asimismo, señalar la inclusión de sus voces en el debate sobre políticas públicas fue importante para asegurar la participación de algunos. Sin embargo, no fue suficiente para otros.

Frente a esta poca participación de varones en el estudio, muchas personas en las tres comunidades sugirieron que ofreciéramos una pequeña compensación económica a los jóvenes por las entrevistas. Debido a las posibles implicancias éticas decidimos no hacerlo. En lugar de eso, fuimos extremadamente flexibles en nuestros tiempos y lugares para las entrevistas. Por ejemplo, siempre les mencionamos a los jóvenes que podíamos adaptarnos a sus horarios y tiempos libres.

No obstante, eso solo funcionó con algunos jóvenes. Por ese motivo, desde el estudio nos preguntamos: ¿Cómo podemos incluir más voces masculinas en la discusión sobre la paternidad y sus desafíos? Si bien aún no tengo una respuesta clara para esta pregunta, creo que un buen punto de partida es hacer que sus voces, aunque sean pocas, sean visibles en las discusiones sobre temas de paternidad, embarazo adolescente y salud sexual y reproductiva. Entender las preocupaciones y puntos de vista de los jóvenes varones nos permitirá acercarnos al problema desde otra arista y entender su complejidad.

El valor de las voces de los hombres

Aunque no fueron muchas, las entrevistas realizadas mostraron que los jóvenes varones tienen mucho que aportar al debate sobre matrimonio/convivencia y paternidad. Para muchos de ellos, transitar hacia estas etapas de la vida puede significar enfrentar una serie de desafíos para los cuales no necesariamente se encuentran preparados.

Aunque los jóvenes señalaron que deseaban convivir con sus parejas, idealmente querían hacerlo una vez terminados sus estudios superiores. Sin embargo, encontramos que algunos se vieron obligados a iniciar una convivencia debido a embarazos no planificados o presión familiar, lo que también significó que en algunos casos tuvieran que abandonar la secundaria para asumir sus nuevos roles como proveedores.

Por ejemplo Arturo, un joven de Sullana, que lamentaba haber comenzado una relación con su pareja, señaló haber sido presionado por el padre de esta para iniciar la convivencia después de haber llegado tarde de una fiesta: “(…) tú sabes que el tiempo pasa ya, ahorita ya no está para arrepentirse ya (…) Quería estudiar”. En Sullana, cuando una joven no llega a casa después de haber salido a una fiesta, su familia asume que ha sido “robada” o que ha escapado con su pareja, porque ambos querían iniciar una convivencia.

Asimismo, socialmente se espera que los hombres cumplan el rol de proveedores y demuestren que pueden hacerse cargo de una familia. En ese sentido, un joven de Pangoa nos dijo: “Ahora como soy padre de familia ya, o sea aprendo, aprendo muchas cosas más. A ser más responsable, saber llevar las cosas bien con mi pareja para que mi hija se sienta bien (…) (Me he vuelto más responsable) en traer algo a la casa, económicamente pues digo. Tener algo, que no les falte nada (…)”. Sin embargo, esto puede ser difícil para ellos, especialmente si son jóvenes.

Del mismo modo, se espera que las mujeres se ocupen de todo lo relacionado al hogar y al cuidado y crianza de los hijos, incluida la salud sexual y reproductiva. En ese sentido, los hombres asumen que no les corresponde la responsabilidad sobre el uso de métodos anticonceptivos.

Una paternidad más comprometida

Aunque los roles de género tradicionales en estas comunidades se encuentran ampliamente aceptados, encontramos que algunos jóvenes varones también valoran mucho el ser padres más activos y comprometidos. Este hallazgo desafía algunas ideas ampliamente difundidas acerca de que los jóvenes no se hacen responsables de sus familias e hijos, o que siempre tienen relaciones violentas con sus parejas.

Algunos de los jóvenes entrevistados hablaron sobre la importancia de una buena comunicación con sus hijos y, sobre todo, de tener un rol más activo en su crianza y cuidado. Asimismo, expresaron su deseo de compartir más tiempo con ellos. Por ejemplo, un joven de Sullana declaró que un padre debe: “(…) Tener una buena comunicación y tratar de llegar un poco más a los hijos. Más que te vean como una figura amigable y no como una figura autoritaria”. Además, cuando se le preguntó si cambiaría algún aspecto de la relación con su hija señaló: “(…) Pasar más tiempo con ella”.

¿Por qué es importante seguir intentando?

No podemos dejar de incluir las voces y puntos de vista de los jóvenes varones en estudios como este. Aunque se sabe que el matrimonio infantil y la convivencia temprana afectan principalmente a las mujeres, los hombres también pueden verse afectados. Un reciente informe UNICEF revela que alrededor de 115 millones de adolescentes varones y hombres jóvenes en el mundo se casaron cuando todavía eran adolescentes. El matrimonio infantil y la convivencia temprana influyen de manera negativa en la trayectoria educativa y en las oportunidades de empleo de estos adolescentes y jóvenes porque también se asocian con la paternidad que, como ya hemos visto, los obliga a asumir responsabilidades para las que no estaban preparados.

El estudio que realizamos pone en cuestión algunas de las nociones sobre los roles que los jóvenes varones tienen en el matrimonio/convivencia. A pesar que saben que deben asumir el rol de proveedores y se sienten presionados a mostrarse fuertes en ese camino, también reclaman pasar más tiempo con sus hijos. Es importante comprender estas perspectivas y poner en práctica medidas que apoyen a los jóvenes en sus transiciones hacia la paternidad, el matrimonio y la convivencia.

No obstante, si bien es importante tener en cuenta que encontramos discursos positivos que sugieren ciertos cambios en relación a la paternidad y las masculinidades, también encontramos otros casos en los que los hombres todavía consideran su rol por encima del de las mujeres, sus parejas, y donde lamentablemente la violencia aún persiste.

Esto es particularmente importante en relación a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente el Objetivo 5 sobre la igualdad de género y la eliminación de todas las formas de violencia contras las mujeres y niñas. Si queremos alcanzar estos objetivos debemos incluir las voces de los hombres en la discusión de estos temas, para también poder repensar las masculinidades. Si toda la reflexión sobre género tiene solo en cuenta a las mujeres entonces realmente no podemos hablar de igualdad.

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[1] Niños del Milenio es un estudio de 15 años sobre pobreza infantil, internacionalmente conocido como Young Lives.

[2] La investigación se llevó a cabo como parte del Matrimonio, Convivencia y Paternidad Temprana (YMAPS por sus siglas en inglés), una colaboración entre Young Lives y Child Frontiers que involucra estudios de casos de Etiopía, India, Perú y Zambia, financiado entre 2017 y 2020 por el IDRC.