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13 de septiembre de 2001El Comercio

¿Política pro exportadora?

En este quinquenio en el cual se tiene un nuevo gobierno, el país deberá tomar decisiones importantes sobre la política de integración comercial que aplicará en el futuro.

Actualmente se piensa que las exportaciones son la salvación de nuestros problemas económicos y que por ello es urgente que el Perú se convierta en un país megaexportador. Así, se habla de agroexportación, de valor agregado y promoción de exportaciones, del financiamiento para la exportación, de cómo hacer para que nuestras microempresas y pequeñas empresas exporten.

Es cierto que el nivel de exportaciones alcanzado como promedio en los últimos años del orden del 13% del PBI, es insuficiente en comparación con el promedio latinoamericano de 18%, o con países como Colombia o Chile, cuyas exportaciones promedio de la última década han sido del 20% y 34% del PBI, respectivamente. Pero debemos evitar ir al extremo y creer que en El Comercio internacional sólo las exportaciones ofrecen ventajas. Las importaciones también son útiles y necesarias, y más aún, son la razón de ser de las exportaciones.

El énfasis en el desarrollo de nuestras exportaciones puede hacernos olvidar que éstas no son un fin en sí mismas. Esto es evidente cuando advertimos que gracias a las exportaciones se pueden obtener los dólares necesarios para comprar en las tiendas y fábricas del mundo los bienes que hacen funcionar nuestros negocios o simplemente adquirir artículos de consumo. Es decir, nos permiten importar. Pese a ello poco se habla de promover importaciones, de financiamiento especial de importaciones, de un servicio diplomático que brinde facilidades a nuestros importadores, de dar cabida a los gremios de importadores, etc. Quizás para quienes sólo tienen en cuenta el camino de ida, adoptar cualquiera de estas medidas parezca algo contrario a los intereses de nuestra economía.

Pero eso es un error, El Comercio internacional sirve para que exportemos bienes y servicios en los que somos competitivos e importemos aquéllos que son producidos por el resto del mundo de manera más eficiente. Exportar mucho significa que parte importante de los bienes y servicios que fabricamos se ofrecen a los consumidores del mundo. Importar poco significaría que el resto del mundo no nos paga con la misma moneda, y poco de lo que se produce es enviado al Perú. Los especialistas dirían que si destinamos al mundo un alto valor de nuestros productos y recibimos un bajo valor en bienes y servicios importados habría una «transferencia real» de nosotros al mundo.

En el caso de un país como el Perú, permítanme oponerme a que el objetivo sea exportar mucho e importar poco. Claro que el Perú necesita incrementar sus exportaciones y que debe poner en manos de empresas y hogares del mundo sus productos, pero, a la vez, también debe traer a sus empresas y hogares los productos, insumos y bienes de capital que el mundo le ofrece. En eso consiste El Comercio internacional y significa proveer al resto del mundo aquello que sabemos y podemos producir con relativa ventaja y no mal utilizar nuestros escasos recursos en intentar producir aquello que otros quieren y pueden hacer de una manera más eficiente que nosotros.

El Comercio internacional permite ampliar nuestra especialización en la fabricación de diversos bienes y servicios en los que tenemos ventajas. Simultáneamente, incrementa las posibilidades de consumo para nuestra sociedad. Si tenemos claras algunas de estas ideas, podríamos entender mejor cuál es el camino que conviene en materia de integración comercial y económica.

No debe de ser nuestro objetivo pretender una balanza comercial positiva disminuyendo las importaciones, ya que eso podría significar que el Perú financia al resto del mundo, lujo que debemos dejar para otro momento.

En ese sentido, el debate debe girar en torno al diseño de una política de comercio exterior integral, no sólo una política pro exportadora.