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15 de agosto de 2002El Comercio

Exclusión social y pobreza indígena

La población indígena constituye uno de los sectores más relegados y pobres del país. A través de la atención a sus necesidades, el Perú no sólo lograría incrementar su capacidad productiva y el bienestar, sino que alcanzaría una mayor integración social y la afirmación de una democracia más sólida.

El Perú alberga una población importante de indígenas que comparten una serie de características comunes tales como lengua, raza, cultura, origen e identidad. Tomando como referencia la lengua materna, se estima que existen alrededor de 3 millones y medio de peruanos pertenecientes a esos diversos grupos étnicos. Casi la tercera parte de esa población vive en zonas urbanas, incluyendo a la ciudad de Lima donde residen al menos 800,000 personas vernáculohablantes.

Es evidente que a lo largo de nuestra historia han existido diversas formas de discriminación abierta hacia su cultura, su apariencia física y su lengua. Menos obvio resulta, sin embargo, la identificación de otros mecanismos de discriminación estructural que han generado la exclusión social de esa población.

Diversos estudios han demostrado que la población indígena está entre quienes menos disfrutan de los beneficios del desarrollo en el Perú. Y esto no sólo sucede con los indígenas ubicados en las zonas rurales del país; la desventaja de los mismos se mantiene y se reproduce en contextos urbanos a los que han migrado en búsqueda de mayores oportunidades de vida.

Según un reciente estudio de GRADE si bien un 46 % de la población urbana no indígena es pobre, este porcentaje llega al 61 % entre la población urbana indígena. Incluso el nivel de pobreza extrema resulta ser tres veces más alto en esta última población. Mientras que el 56 % de la población no indígena no tiene acceso a la seguridad social, un 65 % entre los indígenas presenta esta carencia. Asimismo estos muestran mayores tasas de morbilidad y una mayor proporción de viviendas de adobe y piso de tierra.

Resultados parecidos se obtienen al usar como criterio de identificación étnica la autoadscripción de las personas. Según el INEI, la pobreza incide con mayor fuerza en los hogares cuyos jefes señalan tener un origen nativo y en menor medida entre los conducidos por personas que se autoidentifican como mestizos.

En otro estudio de GRADE se comprobó que cuanto más rasgos raciales indígenas tiene una persona, mayor es la probabilidad de que sea pobre, que cuente con menos educación y que carezca de algún seguro de salud. Además, teniendo las mismas características personales y ocupacionales, una persona con rasgos raciales indígenas como asalariado en el sector privado ganaba menos que otra persona con rasgos blancos.

Los altos niveles de pobreza están asociados a los escasos logros educativos, las bajas tasas de matrícula y las altas tasas de deserción y repetición escolar que prevalecen entre la población indígena. Por lo general, esta accede a una educación que -además de ser de baja calidad- no ha tenido en cuenta su condición vernáculohablante.

Por otro lado, un estudio del Banco Mundial realizado en 1993 comprobó que teniendo el mismo capital humano la población indígena gana 44 % menos que los hispanoparlantes. El retorno económico por nivel educativo de estos últimos es tres veces mayor que el de los trabajadores indígenas.

En suma, la información disponible demuestra que la población indígena -definida por su raza, su lengua o su autoidentificación étnica- constituye uno de los sectores más pobres en nuestro país. Resulta imperativo que el Estado y la sociedad peruana asuman la deuda histórica con esta población dando prioridad a estrategias de desarrollo que respeten sus valores culturales, eliminen toda forma de discriminación hacia ella y permitan su inclusión social a través de la generación de mayores oportunidades sociales, educativas y laborales.