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8 de marzo de 1999El Comercio

¿Es esta la peor crisis de nuestra historia?

Fuente: El Comercio, Economía b3, 3 de agosto de 1999

Sobre la recesión actual

¿Es ésta la peor crisis de nuestra historia?

Las dificultades presentadas luego de varios años de esfuerzo han calado mucho en el ánimo de los peruanos, que ahora se preguntan si alguna vez estuvimos peor. El problema central no es la magnitud de esta crisis de corto plazo, sino las pocas perspectivas de que se vaya a retomar la senda del crecimiento alto y sostenido.

En las últimas semanas, periodístas, empresarios, abogados y algunos economistas, han expresado que ésta es la peor crisis de la historia reciente: la avenida Argentina es un cementerio, las empresas no van a llegar a fin de año, el empleo formal va a caer en 20%, etc…

Efectivamente, la crisis es muy grave, el Producto Bruto Interno creció en 1998 en sólo 0.8%, lo cual teniendo en cuenta el crecimiento poblacional, implica una caída de 1.3% en el PBI per cápita. Es probable que el año cierre con crecimiento de 2%, es decir, un crecimiento per cápita nulo. El empleo formal está estancado y los salarios reales han caído.

Sin embargo, a pesar de este panorama , esta crisis está lejos de ser la peor de la historia. Parece que muchos tienen memoria selectiva o han perdido el sentido de la proporción. La magnitud de esta crisis no llega a la de fines de los setenta, cuando el producto per cápita cayó por tres años seguidos y en magnitudes mayores.

Esta crisis está también lejana de la caída de 1983 causada por el fenómeno del Niño, que tomó al Gobierno muy desprevenido.

Y esta crisis está, afortunadamente, todavía mucho más lejos de la de magnitudes siderales causada por el caos económico que derivó en hiperinflación durante el Gobierno aprista. En esa ocasión, el producto per cápita cayó por tres años consecutivos: la caída fue tan profunda como la de 1983, pero duró más tiempo.

El problema más grave no es la magnitud de la crisis, o la magnitud de la caída. El problema más grave, en particular dados los niveles de pobreza del país, es que no hay señales de que se esté retomando una senda de crecimiento alto y sostenido.

Esta crisis, más corta y de menor magnitud, se debe a shocks económicos exógenos y climáticos. Las políticas que se utilizan para combatir una recesión en el corto plazo son políticas de demanda: política monetaria y fiscal. El hecho que se haya perdido la oportunidad de utilizar alguna combinación original de estas políticas está haciendo más dolorosa y larga la salida de la recesión.

Pero cuando ésta culmine, en uno o dos trimestres más, nos daremos cuenta que sólo será para retornar a una senda de crecimiento de 3% ó 4%, vale decir, 1% o 2% de crecimiento per cápita, totalmente insuficiente para empezar a mejorar realmente el nivel de vida de la población.

Para realmente observar un cambio en el bienestar de la población, es crucial mantener un período largo de crecimiento. Necesitamos crecer a tasas cercanas al 7 u 8% anual.

Sólo así, con un producto creciendo más rápido que la población y que el empleo, se observará un crecimiento de la productividad y de los ingresos reales. Para regresar a esta senda de crecimiento acelerado que necesita una economía pobre como la nuestra, se necesitan políticas de oferta que permitan incrementar la productividad; las políticas de demanda sólo solucionan el bache de corto plazo.

Esta clave es perfeccionar algunas de las reformas estructurales iniciadas y empezar a implementar las que se abandonaron o las que nunca se iniciaron. Entre ellas, un mercado de capitales más competitivo y más accesible al conjunto de la economía, la reforma del estado, y un impulso masivo a la educación y la capacidad técnica.

Esto permitirá, luego de un tiempo, no sólo aumentar la tasa de crecimiento sostenido sino, reducir el impacto negativo de esta y de cualquiera otra crisis que se produzca en el futuro.