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16 de enero de 2007La República

El Censo soy Yo

Los temores sobre la realización de un nuevo censo de población para el 2007 se despejaron rápidamente con las declaraciones del nuevo jefe del INEI, Renán Quispe, quien a muy pocos días de ser nombrado (y sin que medie un estudio serio del tema) parece haber aceptado a pie juntillas la orden presidencial de hacer borrón y cuenta nueva del Censo 2005, agravando aún más una grave crisis de sistema estadístico que ya viene siendo señalado por diversos especialistas.

Quizás el gobierno no haya medido de manera razonable el daño que se está haciendo a sí mismo con esta desacertada decisión, menos aún el daño que nos hace a todos los peruanos. La realización de un nuevo censo de población bajo una circunstancia tan politizada y polarizada-interferencia presidencial incluida- no tendrá el menor efecto en mejorar la confianza de la población en las estadísticas oficiales. Es cierto que existen importantes dudas sobre el manejo técnico del INEI tanto en el extenso y oscuro periodo de Murillo en los 1990s, como en el controversial y más reciente periodo de Farid Matuk, quien practica una curiosa defensa de su gestión diciendo por todos lados que ser «país piloto» en estadísticas y en el censo es algo bueno per se, como si fuera buena idea gastarnos 38 millones de dólares para que otros aprendan de nuestros errores.

Lo cierto es que un Censo de Población es como el buque insignia del sistema estadístico nacional. Si los peruanos no tenemos la mínima certeza de que éste ha sido hecho en forma técnica y apropiada, entraremos en una época de grave daño a todos los estimados que requieren de buenos marcos muestrales para generar estudios representativos y confiables. Lo que pretende hacer el nuevo capitán de la flota estadística es dinamitar y hundir el buque sin mayor análisis serio de sus problemas, para luego vendernos un nuevo barco que difícilmente podrá ser confiable por más empuje político que reciba (o quizás por eso mismo).

El tema de fondo no pasa por una dicción en torno a personas: es la pérdida de confianza ciudadana, la cual sólo se puede reconstruir poco a poco y lejos del calor político y las declaraciones destempladas ya sea del Presidente, Premier, ministros y de un ex jefe del INEI en desgracia. Los peruanos nos sentiríamos mucho más tranquilos si el gobierno detiene esta decisión arbitrara, declara en reorganización al INEI y convoca a un equipo de expertos nacionales e internacionales para que investigue los problemas y alternativas, ofreciéndole al país la mejor solución a este impasse, incluyendo la posibilidad de corregir los errores cometidos en el censo del 2005. Y aunque es poco probable que se nos haga caso, tenemos el deber de denunciar decisiones que parecen emanar más del obsoleto y monárquico eslogan «el Estado soy yo» que de una democracia moderna y eficaz como la que todos queremos y merecemos.