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15 de agosto de 2007Perú 21

Capacitación e ingresos

El presidente García ha planteado metas ambiciosas en términos tanto de generación de empleo como de mejora de los ingresos. Esto último no pasa por decretar aumentos salariales. Más bien, gran parte de la solución al tema de la baja calidad de los empleos pasa por la mejora sistemática de la capacidad productiva de los trabajadores. En esto el sistema de capacitación juega un rol central.

Un diagnóstico reciente publicado por Grade indica que los sistemas de capacitación sufren de serios problemas de calidad que impactan sobre la efectividad de las inversiones en esta área. La baja calidad general de la formación profesional y la capacitación está asociada a cuatro factores: gran heterogeneidad en la calidad de las instituciones que ofrecen servicios de capacitación (en lugar de un nivel homogéneamente bajo); bajos niveles de adecuación entre capacitación y la demanda de trabajo del sector productivo; poca o ninguna supervisión y regulación, y falta de sistemas de información que guíen la demanda de capacitación.

A pesar de que el mercado es bastante dinámico, la falta de información y regulación induce a pérdidas de bienestar privadas y sociales. Instituciones que ofrecen muy mala capacitación sobreviven debido a que la calidad de la capacitación no se puede observar cuando se adquiere y se experimenta solo una vez que se terminó de consumirla. Para entonces es muy tarde si se adquirió un servicio de baja pertinencia y que, por tanto, ha hecho poco por incrementar la empleabilidad del joven. En este sentido, existen serias dudas sobre si mucha de la capacitación que se ofrece contribuye a una mejor inserción laboral.

Así, un reto central para las políticas de capacitación es lograr una mejora sistémica en la calidad de la capacitación. En esta dirección, dos instrumentos de políticas son claves. En primer lugar, la provisión de información a los jóvenes y a los padres de familia sobre las demandas del mercado de trabajo y los resultados que obtienen las diferentes instituciones de capacitación en términos de inserción laboral. Un segundo instrumento ya existe, pero se necesita impulsar con mayor decisión su implementación: el Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa – Sineace. Aun cuando su norma se dio hace ya más de un año, su implementación continúa en espera. Este puede ser un instrumento efectivo para impulsar la calidad formativa y, por tanto, la productividad laboral.