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12 de junio de 2008La República

¿Cae la pobreza pero aumenta el hambre?

Evidencia de última encuesta de pobreza del INEI

El INEI anunció que la pobreza en el Perú disminuyó en 5.2 puntos el año 2007 generando las suspicacias de algunos analistas y la euforia de círculos gubernamentales en medio de cierta incredulidad ciudadana. Lo que no se ha discutido mucho es que la pobreza extrema sólo se redujo en 2.4 puntos, de 16.1 a 13.7%, mucho menos que la pobreza total. Esta diferencia de resultado indica que las familias muy pobres vienen teniendo más dificultades para mejorar su situación en un contexto de alto crecimiento económico.

Más preocupante aún, la evidencia que presentamos aquí-tomada de las bases de datos del INEI- señala que otro indicador importante de la encuesta, el porcentaje de la población con déficit calórico, prácticamente no habría mejorado en el año 2007 al situarse en 27.1%, una reducción de solo un punto con respecto al año anterior. Una familia con déficit calórico es una familia que está padeciendo hambre, y el 27.1% registrado en 2007 indica que la población con vulnerabilidad alimentaria es mucho más alto que el 13.7% en pobreza extrema.

Pero el dato sobre el déficit calórico que más nos llama la atención en la ENAHO 2007 se refiere a su temporalidad (ver Cuadro 1). Si comparamos el porcentaje de personas con déficit calórico obtenido en el segundo semestre del año 2007 versus similar periodo del 2006, vemos que éste ha aumentado de 27.4% a 30.2% a nivel nacional (casi 3 puntos más de población padeciendo hambre). Esto estaría fuertemente relacionado con el incremento del precio de varios alimentos básicos (pan, aceites, cereales, carnes y lácteos) que han enfrentado las familias peruanas en los últimos meses del año 2007 y que se reflejarían en una menor capacidad para adquirir alimentos incluso en un contexto de ingresos y gastos crecientes como el registrado durante el año 2007.

Las cifras de consumo calórico que arroja de la propia ENAHO 2007 no deberían ser para que el gobierno celebre mucho. Por ejemplo, la sierra urbana y la selva rural han tenido un deterioro notable en el consumo calórico. Así, es muy probable que una buena parte de lo avanzado en materia de mejora de ingresos y gastos de las familias peruanas durante el 2007-y que correctamente se reflejan en la caída de la pobreza medida por el lado del gasto- se haya empezado a perder en el último trimestre del año debido a los fuertes aumentos de precios de los alimentos en un contexto de altísimos precios internacionales.

El gobierno debería preocuparse más sobre lo que viene ocurriendo con el consumo alimentario de la población más vulnerable (y no solo urbana o en Lima, sino en las zonas rurales del interior) en lugar de celebrar supuestos éxitos en la reducción de la pobreza que difícilmente serán sostenibles si siguen las tendencias dramáticas en los precios de alimentos y no se hace nada al respecto.