Tapia, J. & Cueto, S. (2017). El apoyo de FORGE al desarrollo del Currículo Nacional de Educación Básica del Perú. Lima: GRADE. Proyecto FORGE.

Diversos documentos normativos nacionales y la experiencia internacional subrayan la importancia de poseer documentos que señalen con claridad las expectativas de aprendizaje referidas a los estudiantes, en función de los cuales se deben articular las diversas líneas de la política educativa. Así, de acuerdo con la Ley General de Educación, el Currículo Nacional es la base de la Política Pedagógica Nacional, y el Ministerio de Educación (Minedu) es responsable de diseñarlo. El Currículo Nacional contiene, además, los aprendizajes que deben lograr los estudiantes al concluir su escolaridad; y su construcción debe ser fruto de un amplio proceso de consulta con la comunidad educativa, con las organizaciones sociales y comunales, con otros agentes del Estado y con la sociedad civil.

El Proyecto Educativo Nacional (PEN) plantea, en su objetivo estratégico 2, el logro —por parte de los estudiantes y las instituciones educativas— de aprendizajes pertinentes y de calidad, de la mano con el establecimiento de un marco curricular nacional compartido, intercultural, inclusivo e integrador, y que permita instituir currículos regionales. Esto, para que cada estudiante se desarrolle como persona y pueda aportar al desarrollo humano del país y a la cohesión social, superando exclusiones y discriminaciones. El PEN plantea, además, la necesidad de definir estándares nacionales de aprendizaje prioritarios y de evaluarlos regularmente, para asegurar el acceso a nuevos y mayores aprendizajes, mensurables y comparables internacionalmente (CNE 2006).

Si bien no solo es importante resguardar la calidad del documento curricular, sino también asegurarse de contar con medidas destinadas a apoyar su implementación, la importancia del currículo intencional prescrito está subrayada por el hecho de que proporciona las condiciones necesarias para la provisión de oportunidades de aprendizaje. La inclusión o exclusión de un contenido o desempeño concreto incide en la probabilidad de que se concreten o no determinadas experiencias potenciales de aprendizaje. Lo que se prescribe —y la forma en que se hace— orienta o dificulta su implementación, así como la evaluación y el aprendizaje (Valverde 1997). La experiencia internacional indica que el currículo prescrito se configura como el instrumento que debería guiar la práctica pedagógica, la elaboración de materiales y las evaluaciones de rendimiento.

Desde el 2010, y de manera progresiva, las gestiones ministeriales de los sucesivos gobiernos introdujeron modificaciones al Diseño Curricular Nacional (DCN),1 a partir de la identificación de una serie de dificultades. Al desarrollarse en escenarios políticos diferentes, esta prolongada construcción curricular —que duró hasta el 2016— configuró distintos escenarios curriculares y, consecuentemente, desafíos diversos. El proyecto FORGE contribuyó a responder a varios de estos desafíos, desde una perspectiva de continuidad y fortaleciendo las capacidades de los equipos técnicos responsables del sector.