[1993] SCHWARTZMAN, Simón. «Estado y mercado en el financiamiento de la educación superior». Notas para el debate, 8: 75-92.

Se revisa en este artículo, desde una perspectiva histórica, los tres modelos de financiamiento de la educación superior vigentes en las universidades públicas latinoamericanas: la asignación de fondos del Estado, la resultante del patrimonio propio o de donaciones, y la obtención de rentas por venta de servicios.

Según el autor, cada uno de estos modelos corresponde a un modo de funcionamiento de las instituciones: el burocrático, el corporativo y el de mercado, respectivamente. En el primero de ellos, el financiamiento de tipo burocrático, los gobiernos deciden de forma centralizada cuántos recursos serán destinados a las universidades, y, dentro de ellas, cuánto a cada sector y tipo de actividad.

En el modelo corporativo, poco común en América Latina, la distribución de recursos entre los diferentes usuarios y sectores es realizada por la propia institución, a través de sus órganos colegiados y administrativos, que establecen prioridades y líneas de acción. Finalmente, el financiamiento de mercado depende de la capacidad de las instituciones de obtener recursos propios, cuya forma más tradicional en América Latina es el cobro por matrícula, y las formas más modernas van desde la venta de servicios hasta la lucha por recursos públicos a través de mecanismo competitivos. El análisis de los tres modelos muestra que ninguno de ellos puede funcionar aisladamente: la coordinación burocrática no garantiza la autonomía de los sistemas universitarios, el mantenimiento de su calidad y la eficiencia en el uso de los recursos; la coordinación corporativa sucumbe con facilidad a la oligarquización y al corporativismo, y no consigue adaptarse a la diferenciación y masificación de la enseñanza superior; la coordinación de mercado pone en riesgo el desempeño de actividades de largo plazo y de utilidad práctica poco clara, y puede destruir los mecanismos de autorregulación y autonomía de las instituciones. Por otro lado, cierta organización burocrática es necesaria, ya que los gobiernos deben participar en las conducción de la educación superior en tanto ésta debe responder al interés general; los mecanismos corporativos son esenciales para el buen desempeño de actividades que dependen de la iniciativa, de la creatividad y del mantenimiento de tradiciones intelectuales y culturales; la operación del mercado en cierta medida es esencial para controlar los efectos nocivos del corporativismo, de la oligarquización y de la burocratización estatal.

La conclusión es bastante simple: los tres tipos de financiamiento y coordinación académicas son «tipos puros», y sólo pueden existir de manera combinada. Según el autor, el buen desempeño de un sistema de educación superior depende del tipo de combinación que se consiga establecer.