Informe Especial

Mejores escuelas: Mayores oportunidades - 09

Huayllacancha: Juegos y saberes en dos idiomas

El quechua no va a morir si las escuelas de las zonas en las que se habla el idioma de los incas lo mantienen latiendo fuerte en los corazones de los más pequeños. Esa es la consigna en la I.E. 32396 Huayllacancha, en el distrito de Arancay, en la provincia huanuqueña de Huamalíes, donde el quechua sobrevive entre actividades lúdicas y conocimientos ancestrales.  


Un lobo y un puma siempre rondan durante los recreos por el patio de la I.E. 32396 Huayllacancha. La imaginación tiene sonido a quechua en este colegio huanuqueño de primaria rural, y cada pequeño o pequeña que interpreta al depredador se toma bien a pecho su papel e intenta huir de las trampas que sus compañeros de clase le tienden. En este juego del kullusutay, los que hacen las veces de comuneros dispuestos a atrapar al lobo o al puma intercambian estrategias en runa simi, el idioma de los incas, mezclado con castellano. Cuanto más rápido se elabora el plan, mejor, porque así habrá más tiempo para la cacería antes de la clase siguiente. El lobo y el puma son el terror de las ovejas, de esas que hay por todos lados alrededor de la escuela multigrado, y ahora están cercados. En medio de risas y mejillas chaposas, el juego, interminable, transcurre energético e hilarante. Cada clase es, para estos niños del distrito de Arancay, en la provincia huanuqueña de Huamalíes, una pausa del ancestral kullusutay.


Las madres y los padres de estas niñas y niños también son bilingües. En Arancay, las familias basan su economía en el sembrado de maíz, quinua, col y alverja, pero sobre todo de numia, una especie de frijol que es prácticamente el pan de cada día de esta población. Las niñas y niños de la zona saben muy bien la importancia en cuanto a identificación local que tiene esta menestra. Y en la I.E. 32396 Huayllacancha les enseñan a valorarla, admirarla, conservarla y promocionarla.


El ambiente rural de este distrito se hace evidente también en la crianza de animales, otra de las actividades características de las familias de esta zona de Huánuco. Ovejas, cerdos, vacas, caballos, gallinas y cuyes rodean a las chacras. En Arancay, todo tiene su temporada, justa y necesaria. Hay tiempo para la siembra, la cosecha, los cruces de animales, las fiestas patronales, la minka comunal –imperecedera forma de trabajo incaico de todos los miembros de la comunidad en pro de la misma comunidad– y los estudios en el colegio. Hay tiempo para todo. 



INTERCULTURALIDAD EVIDENTE


Con apenas 36 alumnos y alumnas en el 2016, la I.E. 32396 Huayllacancha hace suya esta cosmovisión, la practica, la vive, empezando por el idioma quechua. Es una de las 26.103 escuelas de Educación Intercultural Bilingüe (EIB) que tiene registradas el Ministerio de Educación (MINEDU).


¿Y qué es la EIB? En primer lugar es un derecho colectivo. Se trata de la formación de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos de pueblos originarios en sujetos protagonistas de la construcción de una ciudadanía intercultural. La EIB es una educación basada en la herencia cultural y que considera la enseñanza de y en la lengua originaria y en castellano.


La escuela de primaria rural multigrado I.E. 32396 Huayllacancha transita por ese camino, que no es fácil, como dice su director Ciro Vega Rubina. “Todos los profesores del colegio hablamos quechua, pero no todos lo escriben. En eso debemos incidir para que la formación de nuestros alumnos sea completa en la interculturalidad. Además de la educación de los chicos, nuestra preocupación y esfuerzos están centrados también en la capacitación de nuestro personal docente para cumplir con todo lo requerido para dar una buena educación intercultural bilingüe”, dice Vega.


Sin duda una ruta aún agreste y complicada, como la que transitaba a diario hasta el año pasado Yosmelina Bueno Espinoza, aplicada niña que entonces cursaba el sexto grado de primaria. Ella, al igual que varios de sus compañeros, caminaba durante 30 minutos desde su pueblo, llamado Huampoy, hasta la I.E. 32396 Huayllacancha. Allá, en Huampoy, solo se dictan clases hasta el cuarto grado. Otros alumnos, dicho sea de paso, llegan aún hoy de más lejos a Arancay, especialmente desde el poblado de Nuevas Flores, a una hora de camino a pie.


LA RIQUEZA DE LO LÚDICO


Dentro del esquema de la EIB, La I.E. 32396 Huayllacancha es una de las 16.107 escuelas de ese tipo de educación a nivel nacional que están inmersas en el modelo de servicio que el MINEDU llama Fortalecimiento y que atiende de manera pertinente a estudiantes de pueblos originarios que reciben clases en colegios del ámbito rural. En este modelo, los alumnos desarrollan competencias en la lengua originaria (quechua, en el caso de la I.E. 32396 Huayllacancha), como lengua materna o primera lengua, y en castellano como segundo idioma.


Asimismo, este plantel también cumple con formar a los estudiantes para que puedan desenvolverse tanto en su medio social y natural así como en otros escenarios socioculturales y lingüísticos, y para que promuevan la valoración de sus referentes de cultura durante los diálogos que mantengan con otros horizontes culturales.


Es en ese contexto que la I.E. 32396 Huayllacancha logró calificar para participar en el Tinkuy 2016, reunión anual organizada por el MINEDU y que congrega a niños y niñas del sexto grado de primaria pertenecientes a diferentes pueblos indígenas y comunidades afroperuanas. Fue así que del 9 al 15 de octubre del año pasado, en el Centro Recreacional Huampaní, en Chaclacayo (Lima), Yosmelina y varios de sus compañeros representaron a Arancay en dicho encuentro e intercambiaron con chicos y chicas de otras zonas del Perú experiencias y conocimientos propios de su cultura.


Tinkuy es un término quechua que significa encuentro, y en la edición del año pasado de dicha reunión escolar el tema central fue el juego. Yosmelina llevó al Tinkuy el wipi de una de sus abuelas. El wipi es una pieza delgada de madera que sirve como unidad de medida. Su abuela le enseñó a medir con el wipi cantidades de lana de oveja, y, como jugando, la niña adiestró en el uso de ese instrumento a los escolares que se congregaron en Huampaní. Los juegos con wipi consistían en resolver problemas de matemática con dicha pieza de madera.


En la I.E. Huayllacancha se instruye a los chicos en la utilización del milenario wipi, conocido en Huánuco desde hace incontables generaciones. Pero eso no fue lo único que llevaron los estudiantes de Arancay a Huampaní. También presentaron la numia y los ricos platillos que se pueden hacer con ella, e hicieron reír a todos jugando al kullusutay. El juego de la cacería del lobo o el puma fue una verdadera sensación en el Tinkuy 2016.


En el Tinkuy los niños y las niñas de Arancay aprendieron a valorar la diversidad cultural y lingüística de los diversos pueblos del Perú. “Fue estimulante verlos enseñando quechua a alumnos de la costa y de su misma edad”, coinciden profesores que asistieron a dicho encuentro intercultural.


CONOCIMIENTO MILENARIO


En la I.E. 32396 Huayllacancha también se enseñan secretos milenarios de la cultura de la zona. María Luz Álvarez de Cavero, especialista local de la Región Huánuco de la Dirección de EIB, de la Dirección General de Educación Básica Alternativa, Intercultural Bilingüe y de Servicios Educativos en el Ámbito Rural (DIGEIBIRA), del MINEDU, detalla que en la escuela de Arancay se transmiten saberes ancestrales sobre cómo, cuándo y por qué sembrar tal o cual producto. Los chicos –explica Álvarez– aprenden las ventajas del calendario agrícola comunal, las técnicas para elaborar el abono orgánico, también llamado compost, y la historia de la tradición del pago a la tierra y de los pedidos a los apus, al sol y a la luna.


“En la escuela Huayllacancha se acostumbra a que personajes adultos mayores de la comunidad, llamados yachaqs, brinden charlas y conocimientos a los chicos sobre saberes ancestrales en diversos campos como agricultura, ganadería y elaboración de artículos con la tsaqpaa, que es una planta de la que sale un material con el que se pueden hacer canastas y muchos artículos más”, refiere Álvarez, quien trabajó como acompañante en la I.E. Huayllacancha durante los años 2014 y 2015. “Los acompañantes asesoramos, monitoreamos y apoyamos el trabajo del docente en gestión educativa, también reflexionamos junto con él sobre su trabajo y preparamos material educativo. Nuestra labor cobra especial relevancia en escuelas de EIB”, subraya Álvarez.



La maestra, quien resalta que un tema por mejorar es la escasez de material educativo para este tipo de escuelas, detalla que fue difícil sensibilizar a los padres de familia de Arancay para que estuvieran de acuerdo con que a sus hijos se les enseñe cursos en quechua. “Los padres se preguntaban para qué les iba a servir el quechua en un mundo que habla castellano. Sentían vergüenza de su lengua originaria. Pero se les habló en detalle y se les hizo sentir orgullosos de su cultura, y el panorama se fue tornando favorable”, agrega la especialista.


SE BUSCA LA IGUALDAD


A decir de Nora Delgado Díaz, jefa de la Dirección de Educación Intercultural Bilingüe, del Minedu, el gran objetivo de la EIB es buscar la igualdad, es decir, que los alumnos de pueblos originarios e indígenas puedan acceder, en la medida de lo posible, a los mismos conocimientos que los de otras zonas del país, pero en sus propias lenguas, en sus propias condiciones de entorno cultural. Ese norte persigue la I.E. 32396 Huayllacancha.


“Las más de 26 mil escuelas de EIB del país funcionan en localidades que suman 40 lenguas originarias, pero solo hay material educativo para 23 de esas lenguas. Además, necesitamos más profesores formados en educación intercultural bilingüe. El plan es aminorar esas falencias con la pronta aplicación del Plan Nacional de EIB”, sostiene Delgado.


Mientras, la I.E. 32396 Huayllacancha sigue su camino de mantener vivo el quechua en los pequeños de Arancay.



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