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25 de febrero de 2014Semanaeconomica.com

Sueldo mínimo y crisis ministerial: El salario del miedo

Ayer cayó el premier César Villanueva. Y probablemente esta sea, como dice El Útero de Marita, la crisis ministerial “más sonsa” de los últimos tiempos.

Todo empezó con una entrevista para el diario Gestión en la que Villanueva tuvo este intercambio:

“¿En algún momento se planteará el aumento del sueldo mínimo?

Estamos revisando eso con el Ministerio de Economía y Finanzas.

¿Cree que ese aumento podría dar paso a la informalidad en las micro y pequeñas empresas?

Por eso es que medimos todo correctamente para evitar un temor a la formalidad. Tenemos que ver todo el tema de los costos, entonces hay que ir con cuidado. No podemos ser irresponsables con la caja fiscal, tenemos que cuidar a los trabajadores y a los pequeños empresarios”.

Parecía una respuesta cuidadosa, pero el “lo estamos revisando con el MEF” terminó en una espiral de negaciones y puyas de la primera dama Nadine Heredia, y del titular del MEF, Luis Miguel Castilla, que no dejaron a Villanueva más opciones que la de renunciar.

¿Todo esto por el salario mínimo? Parece obvio que no. El tema da para entusiastas discusiones técnicas, contrastando lo que dice la teoría con lo que arrojan los estudios empíricos. Sin embargo, como un tema de política económica, probablemente no haya un debate con menos probabilidad de provocar una crisis ministerial que este, pues los efectos económicos de aumentos ligeros y graduales del sueldo mínimo, como los que siempre se han planteado, son bastante menores.

El economista de Grade Miguel Jaramillo ha realizado el estudio empírico más completo sobre el impacto de las alzas en la Remuneración Mínima Vital en el Perú y sus conclusiones resaltan la poca relevancia de esta medida. “Como instrumento para promover la inclusión social, la política activa de salarios mínimos no parece ser una herramienta potencialmente efectiva”, afirma el especialista. Por un lado, las remuneraciones de los que ganan menos no se elevan, pues la medida no causa efectos sobre aquellos que tienes remuneraciones por debajo del salario mínimo ni sobre los trabajadores del sector informal. Por el otro, Jaramillo encuentra que la probabilidad de mantener el empleo para los trabajadores que ganan alrededor del salario mínimo no disminuye, aunque ello sea lo que habitualmente se argumenta en contra de una mayor RMV.

Así, de acuerdo con Jaramillo, con el aumento de la RMV no se da ni la destrucción masiva de empleos que anuncian quienes satanizan la medida ni el aumento del bienestar que propugnan sus defensores. Sí se observa, en cambio, una caída del empleo formal de baja remuneración (otro economista, Nikita Céspedes del BCR, estima que un aumento del 10% de la RMV elimina más de 9,000 empleos formales), un aumento de la informalidad y un mayor incumplimiento de la norma, sobre todo en las regiones donde el salario promedio es un monto cercano a la RMV. En ese sentido, Jaramillo revela que en 12 regiones la tasa de incumplimiento de la RMV supera el 50% y que en cinco de ellas la RMV es mayor al salario promedio.

Las verdaderas razones de la salida de Villanueva serán motivo de especulación en los próximos días. Y del sueldo mínimo, probablemente no se hable más.