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10 de septiembre de 2011Gestión

Innovar para incluir

Steve Jobs era un visionario. Con apenas 21 años, fundó Apple con su tocayo Wozniak, en el garaje del hogar paterno. La computadora debía estar al alcance de la gente. Se adelantó cinco años al gigante IBM, que recién en 1981 lanzaría la famosa PC. En 1984 Jobs revolucionó la industria con la Macintosh, pionera del ratón, los menús y los íconos. Sin embargo, la PC dominó el mercado y en 1985 Apple despidió a su fundador. Once años después, Jobs retornó, y el resto es historia conocida: iMac, iPod, iPhone, iPad, y un primer puesto mundial en capitalización bursátil en agosto del 2011.

La innovación es el motor del crecimiento económico. El economista austro-estadounidense Joseph Schumpeter analizó el espíritu emprendedor del empresario que innova, destruyendo lo antiguo y creando elementos nuevos, en un proceso de «destrucción creadora». Por su lado, el premio Nobel de economía 1971, Simon Kuznets, examinó el crecimiento per cápita en la era moderna y concluyó que 20% se debía al mayor capital por puesto de trabajo y 80% a la innovación. ¿La estamos promoviendo en el Perú?

Un estudio reciente de Juan José Díaz y Juana Kuramoto (Grade, ver www.cies.org.pe) muestra que nuestro gasto en investigación y desarrollo alcanza 0.15% del PBI, la tercera parte del promedio latinoamericano y 17 veces menos que en los Estados Unidos. Nuestras cifras de patentes y artículos científicos son también penosas. Sí tenemos un sistema de ciencia y tecnología, pero divorciado del mundo productivo y con un presupuesto ínfimo. Nuestro canal real de innovación es la inversión privada que importa bienes de capital con nuevas tecnologías incorporadas.

El problema es la severa heterogeneidad productiva. Tenemos una gran minería con tecnología del siglo XXI, pero también campesinos minifundistas que usan técnicas medievales. A la vez, el 5% de la recaudación del canon que debería usarse en investigación dentro de las universidades públicas no se utiliza. Más del 80% de ese dinero no se ha gastado en los últimos cinco años. Es urgente crear fondos concursables para la generación y transferencia de tecnología apropiada al sector rural. Así promoveremos una inclusión social que sea productiva y sostenible.

Por: Javier Portocarrero(*)

(*) Opinión personal.

(*) Director Ejecutivo CIES