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July 19, 2016

GRADE released the book “Combinando protección social con generación de oportunidades económicas: una evaluación de los avances del programa Haku Wiñay”

El Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE) presentó los hallazgos del estudio “Combinando protección social con generación de oportunidades económicas: una evaluación de los avances del programa Haku Wiñay”, el mismo que fue financiado por la Fundación Ford. El libro, editado por Javier Escobal y Carmen Ponce, fue presentado ante un público de más de setenta participantes, entre representantes de los sectores estatal y privado vinculados al desarrollo rural.

Desde 2012, el programa Haku Wiñay, del Fondo de Cooperación para el Desarrollo Social (FONCODES), desarrolla capacidades productivas y de emprendimientos rurales en hogares de pobreza y de extrema pobreza, que contribuyan a la generación y diversificación de ingresos; así como a la mejora en la seguridad alimentaria, de hogares rurales en situación de pobreza, que habitan en los centros poblados donde opera el programa JUNTOS. A mediados de 2016, el programa se viene implementando en 20 regiones del país (Sierra y Selva), beneficiando a 85,313 hogares, a través de cuatro componentes: fortalecimiento y consolidación del sistema de producción familiar, mejora de la vivienda saludable, promoción de negocios rurales inclusivos, y desarrollo de capacidades financieras.

El libro ofrece evidencia rigurosa de los impactos iniciales del programa en una muestra representativa de sus ámbitos de intervención en la sierra rural. Sitúa el proyecto en el marco de intervenciones que combinan programas de fomento productivo con la política social, caracteriza la intervención, y describe la metodología de evaluación de impactos y los resultados. Como complemento al análisis cuantitativo, dos estudios cualitativos profundizan el análisis en temas clave para lograr la sostenibilidad de los impactos positivos generados por el proyecto. Al cierre, el volumen sintetiza los resultados y reflexiona en torno a los dilemas de política vinculados a la ampliación de la escala del proyecto y la sostenibilidad de sus impactos. Junto con Escobal y Ponce, participaron como coautores, Cynthia Paz, José Alfonso Heredia y María Isabel Remy.

Los comentarios del estudio estuvieron a cargo de Carolina Trivelli, ex Ministra de Desarrollo e Inclusión Social e investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos; César Sotomayor, Viceministro de Políticas Agrarias del Ministerio de Agricultura y Riego (MINAGRI); y Ricardo Vergara, consultor independiente.

“El resultado principal de la evaluación es que el programa funciona. En distintas dimensiones, funciona más en algunas cosas y menos en otras, pero en líneas generales el programa es relevante. Genera impactos significativos en las familias con las que trabaja y además es rentable para el Estado peruano”, dijo Trivelli.

Sobre la base del estudio, la ex Ministra subrayó que Haku Wiñay logra incrementos significativos en los ingresos de las familias, tiene impacto en la diversificación de la dieta, mejora la percepción de seguridad alimentaria, incrementa el consumo de alimentos como proteína animal para el perfil de las familias que atiende, mejora las prácticas traducidas en mejoras en la salud de las familias, y mejora la percepción que tienen las familias de su futuro y de sus comunidades. Además, logra impactos significativos pequeños en inclusión financiera.

Destacó que, a pesar de la heterogeneidad (de la población) y de los problemas de implementación que se han reportado en algunos componentes y espacios, los beneficios medidos en la evaluación representan 2.8 veces lo que el Estado invirtió: “Este es un argumento fuerte para la discusión presupuestal”.

A puertas de un cambio de gobierno, Trivelli expresó que el estudio refleja un ciclo “casi completo” en la instalación de evaluaciones en el marco de la gestión pública de las políticas sociales: “Solo falta un paso más: que el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social recoja los resultados de esta evaluación y mejore lo que esta muestra que se debe mejorar para maximizar los impactos”.

A su turno, Sotomayor resaltó la relevancia del esquema de Núcleos Ejecutores del FONCODES, “que permiten que el Estado pueda confiar en el ciudadano, le pueda transferir directamente fondos para que pueda contratar asistencia técnica privada y pueda dar cuenta por estos fondos públicos”.

Expresó la necesidad de seguir fortaleciendo las capacidades de los Yachachiqs (campesinos líderes tecnológicos) para atender las nuevas demandas en gestión de negocios y metodologías participativas de capacitación: “Es una tarea pendiente para quienes gerencian, ejecutan, y para nosotros dentro del ministerio”. Como parte del cuarto componente del programa — el de desarrollo de capacidades financieras—, resaltó el rol de los Yachachiqs financieros, generalmente mujeres: “Uno de los resultados de la educación financiera es que las señoras ahorran, tienen más cuidado con el crédito. Es decir, estamos dando cultura financiera”.

Durante su intervención, el viceministro del MINAGRI saludó el objetivo del estudio en pos de presentar evidencia rigurosa sobre los primeros avances del programa para fortalecer las políticas públicas del país: “Tenemos que atrevernos a que la academia, las instituciones imparciales, nos puedan hacer estas evaluaciones. Tenemos que dejar de ser autocomplacientes”.

“Este es un caso muy especial de éxito nacional”, dijo el consultor Ricardo Vergara sobre los primeros avances de Haku Wiñay, y alentó al próximo gobierno a tomar en cuenta los resultados de la evaluación como una lección que podría expandirse.

“Al final de gobierno, tenemos una gran ventaja: un libro como este, hecho con seriedad y sin ideología. No está orientado a la construcción de verdades emocionales que sustenten la adscripción de programas o de fidelidades a determinados políticos, sino a fortalecer lo que ha sido muy exitoso. El diálogo de los sectores académicos con la burocracia del Estado, firmemente comprometidos con obtener resultados que puedan transcender la circunstancia bajo la cual fueron concebidos”, expresó Vergara.

En representación de los autores, Escobal reflexionó sobre el uso extendido de diseños aleatorizados para evaluar programas y políticas. Ello, en un contexto donde las muestra suelen ser pequeñas, la población de beneficiarios no es homogénea, y los programas no son uniformemente apropiados para los distintos beneficiarios. En estos casos, recomendó, la evaluación requiere enriquecerse combinando la evidencia cualitativa con la cuantitativa.

“En temas de desarrollo rural no hay balas de plata. Una sola intervención no soluciona la multitud de problemas que enfrenta el mundo rural. Al pobre rural le aprieta el zapato en múltiples sitios. Cuando uno tiene una solución, pero no la ataca de manera articulada lo más probable es que esa solución sea absolutamente insuficiente. Se requieren esquemas flexibles para proveer oportunidades a una población heterogénea”, dijo el investigador de GRADE, y agregó que el esquema de los Núcleos Ejecutores de FONCODES es una buena opción que merece ser escalada.

Expresó que se requieren procesos para empoderar aún más la demanda a través de la construcción de mercados desde la base. En lugar de tener una visión que defina verticalmente qué es importante para la gente, se debe plasmar una estructura de incentivos para que los mercados locales revelen estas preferencias. “Un proyecto como Haku Wiñay está bien posicionado para trabajar desde esta visión de articulación, pero al mismo tiempo presenta un conjunto de problemas que todavía requieren ser enfrentados para que esto logre consolidarse y escalarse a nivel de política pública”, opinó Escobal.